La Aguja que Coció el Cielo y la Tierra: Nicolás de Dios Ayllón, el Beato Laico de Lima

En el vibrante y contrastante Virreinato del Perú del siglo XVII, la santidad parecía habitar solo en los conventos y clausuras. Pero un hombre, con las manos ocupadas entre sedas y brocados, demostró que las cumbres de la vida espiritual se podían alcanzar desde un taller modesto en la Calle de los Astres de Lima. En este nuevo y fascinante episodio de Investigación: Futuros Santos de Latinoamérica y el Caribe, producido por Juan Diego Network (JDN), abrimos el expediente de Nicolás de Dios Ayllón, el humilde sastre místico, un laico, esposo y padre, cuya vida fue un portal a lo divino.

El Taller: No Solo un Negocio, Sino un Refugio

Nicolás de Dios Ayllón (1632-1677), de origen indígena Moche, fue un maestro sastre. Su taller era un lugar de trabajo honesto para la opulenta sociedad limeña, pero la investigación de JDN revela su verdadera identidad: era un refugio de caridad y un centro de dirección espiritual sin pretenderlo.

Nicolás no solo cortaba trajes para la aristocracia; una parte inmensa de su trabajo y ganancias se destinaba a vestir gratuitamente a los pobres, a los indígenas y a los esclavos, aquellos que no tenían nada. Su caridad no era una actividad secundaria, sino el motor de su oficio. Pero lo más llamativo es que a su casa no solo acudían por un buen traje, sino por un "buen consejo". Los testimonios afirman que su palabra estaba tan impregnada de la sabiduría y el amor de Dios que las almas salían de allí consoladas y los corazones enmendados. Este hombre, con el dedal en el dedo, era un laico que reescribía la definición de santidad activa.

El Hogar Convertido en Santuario

El caso de Nicolás de Dios Ayllón es una poderosa lección de santidad en el matrimonio. Su esposa, María Jacinta Montoya, fue transformada por su ejemplo. Juntos, dieron un paso radical de fe: decidieron vivir en castidad, convirtiendo su hogar en un verdadero santuario.

Pero su amor conyugal trascendió su propia familia. Compraron una casa más grande no para su comodidad, sino para fundar el Beatario de Jesús María y José, un lugar de acogida y protección para muchachas pobres y huérfanas. Esta obra de inmensa caridad perdura hasta hoy en el Monasterio de las Clarizas Capuchinas. Nicolás nos enseña que la caridad, al igual que la santidad, comienza en el hogar y se expande a la comunidad.

La Voz de los Sin Voz y la Mística Desbordante

La evidencia más desconcertante de su expediente se encuentra en su vida interior, una mística que desbordaba lo ordinario. Se reporta que Nicolás dialogaba con el Creador y se sumía en éxtasis profundos durante sus noches de oración. Este laico, atado a un oficio manual, nos muestra que la vida contemplativa no es exclusiva de la clausura.

Su fe, sin embargo, era eminentemente práctica y social. Frecuentaba los hospitales de Santa Ana y de la Caridad, llevando consuelo espiritual, comida y medicinas. Como un verdadero apóstol de la caridad, se convirtió en la voz de los sin voz: logró que las iglesias de Lima oficiaran misas en horarios especiales para indígenas y esclavos, quienes por sus trabajos no podían asistir en otros momentos. Estaba utilizando el poder de la fe para desmantelar las rígidas estructuras sociales del Virreinato.

El Verbo del Pueblo y el Reconocimiento de la Iglesia

El clímax de este expediente llega con su muerte en 1677, la cual predijo con exactitud. Su funeral fue un evento que paralizó Lima, una demostración de que el pueblo ya había emitido su veredicto. La multitud, desde el virrey hasta el esclavo más humilde, acudió a venerar el cuerpo de quien todos llamaban "el Santo Sastre".

La Iglesia, tras siglos de proceso, ha emitido su propio veredicto en nuestro tiempo. El Papa Francisco, al analizar la evidencia de su vida y sus escritos, lo declaró oficialmente Venerable. Esto significa que el Vaticano ha comprobado que Nicolás de Dios Ayllón vivió las virtudes cristianas en grado heroico.

Aunque aún no es Beato ni Santo, el Venerable Nicolás es un faro de esperanza para los laicos de hoy, un recordatorio de que nuestro trabajo, nuestra familia y nuestra rutina son el escenario perfecto para un encuentro profundo con Dios. Te invitamos, a través de Juan Diego Network, a pedir la intercesión de este admirable peruano para que la Iglesia pronto lo eleve a los altares. Él fue el sastre que coció la tierra con el cielo.